¿Tu hijo se distrae con facilidad, le cuesta mantener la atención o parece vivir en su propio mundo? ¿Se mueve constantemente, interrumpe a los demás o actúa sin pensar? Si estas situaciones te resultan familiares, puede que estéis frente a un posible Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es uno de los motivos de consulta más frecuentes en psicología infantil. Lejos de ser un problema de “mala conducta” o “falta de voluntad”, el TDAH tiene un origen neurobiológico y afecta a áreas del cerebro relacionadas con la atención, la regulación del comportamiento y la planificación (American Psychiatric Association, DSM-5, 2013).
En otras palabras, los niños y niñas con TDAH no eligen distraerse, moverse demasiado o actuar sin pensar: su cerebro funciona de forma diferente y necesita estrategias específicas para alcanzar su mejor versión.
En Komit Psicología (Montecarmelo) acompañamos a familias y menores a comprender qué está ocurriendo, reducir la culpa y aprender herramientas prácticas para el día a día.
El TDAH puede presentarse de tres maneras:
Predominantemente inatento
Predominantemente hiperactivo-impulsivo
Combinado
Sin embargo, más allá de las etiquetas diagnósticas, es importante recordar que cada niño o niña tiene su propio perfil. En edades tempranas, los síntomas pueden confundirse con rasgos del desarrollo, timidez, desmotivación, inmadurez o incluso con problemas emocionales.
Los signos más frecuentes que observamos en consulta son:
Los niños con TDAH pueden:
Perder materiales, olvidarse de tareas o saltarse pasos importantes.
Desconectar durante explicaciones o instrucciones.
Evitar actividades que requieren esfuerzo mental constante (como deberes o lectura).
Cambiar de tema rápidamente en conversaciones o juegos.
Ser muy sensibles a estímulos irrelevantes (“se distrae con una mosca”).
Estas dificultades no tienen que ver con falta de interés, sino con la capacidad del cerebro para mantener y gestionar la atención, una función que depende de redes frontoparietales y sistemas de alerta y orientación que, en el TDAH, no funcionan con la misma eficiencia (Posner & Petersen, 1990).
La hiperactividad y la impulsividad se relacionan con la dificultad para inhibir conductas y regular el nivel de actividad. Pueden aparecer como:
Moverse constantemente, incluso mientras están sentados.
Hablar mucho o hacer ruidos sin darse cuenta.
Saltar de una actividad a otra sin terminar.
Actuar sin pensar, interrumpir o responder antes de tiempo.
Tener poca tolerancia a la espera o a la frustración.
La investigación señala que estas conductas están relacionadas con la corteza prefrontal orbitaria y con procesos de autorregulación (Barkley, 1997; Posner et al., 2020). En la adolescencia, la hiperactividad física suele disminuir, pero aparece una inquietud interna, impulsividad en la toma de decisiones y mayor vulnerabilidad a conductas de riesgo.
Las funciones ejecutivas son habilidades cognitivas complejas que permiten organizar, planificar, recordar instrucciones y ajustar la conducta a cada situación. En el TDAH suelen verse afectadas habilidades como:
Organización y planificación
Flexibilidad cognitiva (adaptarse a cambios)
Memoria de trabajo
Toma de decisiones
Control de errores
Los estudios muestran que estos procesos dependen de la corteza prefrontal, una de las regiones que madura más tarde y que en el TDAH puede funcionar de manera menos eficiente (Willcutt et al., 2005; Lezak et al., 2004).
Estas dificultades explican por qué:
Los deberes pueden convertirse en una batalla diaria.
Tardan más en empezar tareas.
Les cuesta seguir rutinas o recordar varios pasos.
Pueden parecer “desorganizados” incluso en actividades que les gustan.
Muchos niños con TDAH presentan dificultades para percibir y estimar el tiempo:
Algunas actividades se les hacen eternas.
Otras se les pasan volando.
Les cuesta calcular cuánto tardarán en realizar un trabajo.
Tienden a procrastinar sin comprender por qué.
Investigaciones recientes señalan que estas diferencias en la percepción temporal afectan directamente a su autonomía y su vida diaria (Gutiérrez-García et al., 2017; Marx et al., 2020).
En Komit Psicología (Montecarmelo) ofrecemos un acompañamiento cálido, respetuoso y basado en la evidencia científica para niños, niñas y adolescentes con sospecha o diagnóstico de TDAH.
Sabemos que cada familia es única y que no hay dos casos iguales, por eso realizamos una evaluación exhaustiva, centrada no solo en los síntomas, sino en el impacto real en la vida cotidiana.
Nuestro objetivo es que tu hijo o hija:
Se sienta comprendido y seguro.
Aprenda a gestionar su atención y conducta.
Mejore su rendimiento académico.
Gane autonomía y confianza en sí mismo.
Pueda disfrutar de su día a día con mayor calma.
Si sospechas que tu hijo o hija podría tener TDAH o ya tenéis un diagnóstico y buscáis apoyo, podéis contactar con nosotros para solicitar una primera cita o recibir más información sobre nuestros tratamientos en psicología infantil.